Vender, vender y vender. No importa si se trata de coches, casas, ropa, artículos de lujo o de primera necesidad. Vender una cena, vender tomates, un crucero… Venderse a uno mismo.
Saturación, desde la perspectiva de la publicidad tradicional a la realidad paralela y virtual que plantean las redes. Hay que estar, te aconsejan, no lo dejes, el que no está es como si no existiera. ¿De verás crees que puedes escapar a la influencia de la publicidad?
Tiene el mejor producto, dicen, pero no sabe cómo venderlo. Es un destino turístico perfecto, pero no lo promocionan… Años y años de éxitos avalan la eficacia de la publicidad.
Mi producto es de primera, se vende solo –error recurrente- La disposición del producto, la presentación, la imagen de quién vende, lo que dice y cómo lo dice, en qué formato y a través de qué canal para dirigirse a qué público. Todo está estudiado y todo tiene su parte de responsabilidad en el proceso de venta.
Nos inundan mensajes publicitarios, cada día, a cada hora, en cualquier sitio… El consumidor tiene la libertad de elegir pero dentro de las opciones que le brinda la publicidad. Entre esas opciones posibles ha de estar la nuestra. Bien visible, atractiva, irresistible… inmejorable. No des la espalda a la publicidad, busca la que mejor se ajuste a tu producto; a la que tú quieres vender.
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